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Lilisbeth Perestelo Pérez: “La información mejora la salud”

Lilisbeth Perestelo Pérez

Lilisbeth Perestelo Pérez es investigadora del Servicio de Evaluación del Servicio Canario de la Salud (SESCS) y miembro de la Red de Investigación en Servicios de Salud en Enfermedades Crónicas (REDISSEC) y trabaja muy directamente con el empoderamiento del paciente.

-¿A qué se dedican estos servicios?
“El SESCS es una unidad dependiente de la Dirección del Servicio Canario de la Salud en la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias. Está constituido por un grupo multidisciplinar de investigadores –desde médicos hasta economistas o antropólogos- que combinan las fortalezas de los métodos cualitativos y cuantitativos en la evaluación de tecnologías y servicios sanitarios”.

-¿Cuáles son sus principales líneas de trabajo?
“Las principales línea de investigación del SESCS se centran en el coste de la enfermedad; la evaluación económica de tecnologías sanitarias; la calidad de vida relacionada con la salud, tanto en enfermedades comunes como en enfermedades raras; la evaluación de los servicios de telemedicina y de transferencia de conocimiento; la participación del público en la priorización de políticas de salud; y la mejora en el fortalecimiento y capacitación de los pacientes a través del desarrollo y evaluación de herramientas de ayuda para la toma de decisiones y la evaluación de las necesidades de investigación desde la perspectiva de los pacientes”.

-¿Por qué se decantó por el mundo de la investigación en este área?
“Porque los resultados de los estudios revierten directamente sobre los usuarios. Me gusta esta línea de investigación porque aporta la posibilidad de que gestores y planificadores sanitarios puedan tomar decisiones en base a la mejor evidencia científica disponible. Desde esta perspectiva, la investigación se hace con y para los pacientes y sus familiares, y con la ciudadanía en general”.

-En los últimos años se habla de un concepto que pueda resultar difuso: el empoderamiento de los pacientes ¿Qué es?
“Este es un concepto desarrollado desde ya hace algunas décadas, asociado al proceso de capacitación y fortalecimiento de la persona…del paciente y sus familiares, con el fin de que puedan participar activamente en los cuidados relacionados con su salud. Se sabe que ofrecer información a los pacientes puede mejorar el conocimiento, la adherencia, la autonomía en el control de su salud y mejorar los resultados de salud”.

-¿Cómo se logra ese empoderamiento?
“Con el conocimiento. Si la información es poder, un paciente empoderado tiene que ser un paciente informado: ha de disponer de las nociones suficientes para entender la enfermedad y su tratamiento. Por tanto, corresponde a los profesionales de la salud transferir los conocimientos y las habilidades para que el ciudadano sea capaz de escoger entre las opciones que tiene al alcance y actuar en consecuencia. El hecho de delegar la responsabilidad implica dejar que se haga cargo de él mismo con la máxima autonomía y confiar en que será capaz de advertir una incidencia, si se produce, y transmitirla a los profesionales. Además, se ha demostrado que confiar en el paciente tiene efectos positivos en su recuperación”.

-Hay un concepto aún no muy generalizado que es el de Toma de Decisiones Compartida en salud, ¿en qué consiste?
“Se trata de un modelo menos paternalista, basado en la participación del ciudadano tanto a la hora de tomar decisiones como en el autocuidado. Es, también, un modelo que contribuiría sin duda a aligerar el sistema, puesto que los problemas de salud crónicos son los que más recursos consumen y los que, por naturaleza, dependen en gran parte del cuidado que tengan los pacientes de sí mismos: elecciones respecto a los hábitos de vida -la actividad física, la alimentación o la correcta toma de medicamentos- pueden influir directamente en la evolución de la patología. De hecho, el grado de implicación del paciente suele ser determinante en el balance global del tratamiento”.

-Los estudios determinan que siguiendo este tipo de herramientas de toma de decisiones compartida, los resultados para la salud de los pacientes son mucho mejores, ¿es así?
“En general se ha visto que mejoran el conocimiento objetivo sobre la enfermedad, las opciones diagnósticas y los tratamientos; la precisión en la percepción del riesgo y, además, aumentan la proporción de personas que toman una decisión de forma activa y la congruencia entre los valores del paciente y la opción finalmente elegida. Todo esto hace que disminuya el conflicto decisional de los pacientes y hace que estén más satisfechos con la decisión. Por otra parte, se ha comprobado que cuando los pacientes intervienen en la toma de decisiones, se reduce el número de personas que eligen tratamientos más invasivos y no aumentan los niveles de ansiedad frente a la patología. Con unos usuarios más informados y más responsables mejorarían el sistema”.

-Pero, ¿cómo se puede pasar de la teoría a la práctica asistencial?
“Seguramente se tiene que empezar por medir el valor real añadido que el empoderamiento del paciente puede aportar y, a partir de ese punto, promover un cambio de mentalidad entre la ciudadanía y los profesionales del sector. En todo caso, lo que se hace evidente es que hay que incorporar el paciente como agente activo en el sistema sanitario y procurar que esté dispuesto a cooperar y corresponsabilizarse de su salud”.