DepresiónExperiencias de pacientesRecursos de apoyo

Vida familiar

By 8 diciembre, 2014 abril 29th, 2020 No Comments

La depresión impacta en todos los aspectos de la vida de la persona afectada, entre ellos su vida familiar. La mayoría de las personas entrevistadas cuentan que en mayor o menor medida, se han sentido acompañados y apoyados por sus familias en los períodos en los que sufrieron depresión. Cada grupo familiar brindó su apoyo de manera diferente.

VIDA FAMILIAR

En los siguientes testimonios vemos que, además de estar acompañadas, se sintieron comprendidas y pudieron mantener su autonomía respecto de sus deseos y necesidades.

Josefa se sintió apoyada y acompañada por sus hijas y les agradece porque sabe que ellas también tienen muchas obligaciones en sus hogares.

“Apoyada sí, con ellas, mis hijas sí, con mi hijas y mi hijo me encuentro muy apoyada pero si te digo otra cosa te miento. Mis hijas sí, son unas niñas estupendas, están casadas y todo, pero ellas siempre me llaman ¿Cómo estoy? o vamos a caminar o vamos… siempre, aunque ellas tengan sus niñas también en su casa, pero ellas… gracias a ellas. Sí, sí, sí, gracias a ellas y a mi nieta, la verdad que sí, pero si no pfff ¡qué va!.”

Antonia se sentía una carga para sus familiares pero reconoce que ellos la acompañaron mucho durante su depresión. Pudo darse cuenta del apoyo familiar cuando comenzó a recuperarse.

“Yo creo que influye en que a todos les has dado un mal rato ¡Vamos! No saben cómo te van a hablar, no saben. Ellos te quieren animar, ellos están encima tuyo; lo que pasa es que tú te crees que les estás haciendo a ellos también, en ese momento que tú estás tan mal, tan mal, y ellos están pendientes… y que te vigilan y que te “-¡Come!” Y que… cómo que te crees que eres una carga para ellos. Tú eres una carga para… ¡Vamos! Mi madre como si yo fuera una niña chica ¿no? Pero que te cuida con mucha gana, con mucho gusto, pero tú dices “-¡Dios mío y yo por qué le tengo que dar esta carga? ¿Y por qué le tengo que yo que estar aquí molestándoles a ellos que todos tienen su vida normal y yo que no sirvo para nada? Y como que tú ves que ellos sufren por ti también ¿no? En ese momento, en eso sí te das cuenta. Ese año me retiré con mi madre. Yo lleve a mis niños al colegio, venía pero tenía mucha ayuda. Gracias a Dios que la tuve y mucha ayuda médica y te puedo decir porque, que bueno, desde que volví a mi casa hasta hoy. Sé que han estado muy pendientes de mí y de mis niños, mi familia de mí, mi marido, pues sí. Pero que vamos, eso tú no lo valoras hasta que ya luego te das cuenta que cuando ya sales, que sí, que han estado muy pendientes de ti sin que te hayas dado cuenta. ¿Te has sentido apoyada por tu entorno familiar? Sí, tanto familiar, como de amigos, te das cuenta cuando sales. Porque en un momento o cuando estás mal, te crees que te están jorobando.”

José Manuel siempre se apoyó mucho en su padre y mantuvo una buena comunicación con sus hijos.

“Porque mi padre era una persona que seguía todos mis trámites y todo mi apoyo, y yo le he contado todo, y a mi psicóloga también, entonces, pues, al verme nada más que con un apoyo yo me sentí mal pero bueno, lo superé, lo superé. Bueno, yo con mis hijos hablo mucho, hablo mucho. Con mis hijos no, ellos saben todo, lo saben todo, tanto la mayor con treinta y el pequeño con veintidós, lo saben todo.”

La esposa de Ramón lo apoya todo el tiempo y él deposita toda su confianza en ella. Comparte reuniones con el resto de su familia pero a algunos les costó comprender su problema de salud, generando diferentes reacciones.

“Lo que tengo yo… el recuerdo es que bueno, como no estoy para nada, entonces lo que tú (su esposa) consideres que es mejor para mí, estoy seguro de que es lo que realmente será mejor. No nos veíamos mucho, por cuestión de distancia física y de trabajo… y un poco lo mismo también. Para qué vas a preocuparles, explicándoles esto y mucho menos a mi madre. Tampoco hace falta, una persona mayor que… puedes decirle que un hijo… que además ella, que un día le oímos un comentario que “-Mira, está aquí embobado y no se distrae con nada”, en referencia a una persona que estaba con una depresión muy fuerte. Uno que estaba digamos con el estado de síntomas de depresión, lo tenía mal visto. Y al ver esta reacción que un día vimos con ella, dijimos, “-Bueno, ya mayor y una cosa y la otra, pues bueno no hace falta decírselo”. Y así, y a los otros en su momento sí que se les explicó. Nunca me he sentido familiarmente abandonado o desatendido, no, no! Siempre me he sentido bien atendido. ¿Con la depresión quiere decir? Sí, sí, sí, con todo el proceso, de todos estos años.”

Guillermo recibió apoyo y comprensión de su familia, fundamentalmente de su esposa. Luego él eligió a quién contarle del resto de su familia y dice que nunca recibió presión ni comentarios contraproducentes de parte de ellos.

“Yo tenía mis propios recursos para interpretar lo que me pasaba, mi familia, mi esposa sobre todo, apoyándome en ella, y ella sí sabía todo. Entonces, esto fue lo que me ayudó más. El apoyo que tienes de… familiar. El apoyo de la familia y el esfuerzo y recuerdo que, de no pronunciar palabra, porque hablar prácticamente no hablaba, porque me lo comentaban. Fue el apoyo de mi mujer, lo más importante. Esto para mí fue fundamental, que ni mi esposa ni mis hijos me dieran presión y me dejaran estar con mi problema. Creo que esto es importantísimo además. De que viviera usted su propio proceso… Sí, que me dejaban, exactamente, creo que esto es uno de los problemas que pueden existir en la depresión, el exceso de exigencia de las figuras familiares, etc., los comentarios y eso. Y al resto de su familia, su madre, sus hermanos ¿Se lo comunicó? Apenas se enteraron, no, no, porque sé la situación de mi madre con mi hermano y esto, no. Es más, yo tengo ocho hermanos y los hay que no se enteraron. Algunos sí porque vinieron a la fiesta y recibieron el comentario de mi mujer: “-Está un poco depre y tal” pero nada más. Creo que es mucho mejor todo esto que no ir asumiendo el papel y estar dándote ahí, ir reforzando esto con los comentarios: “-Y ya te curarás, ya te mejorarás”. Yo de esto, no recibí comentarios de ese tipo y creo que me ayudó mucho. Me dejaron ir haciendo lo que yo decidía, pues reincorporarme, con el coche al principio pues hubo reticencias, querían quitarme la llave, etc. Pero conseguí que me dejaran ir a trabajar.”

Otras personas, en cambio, cuentan que, si bien se sintieron acompañadas, la intención de estimularles para que se encontraran mejor por parte de la familia, influía negativamente en su estado, ya que se sentían presionadas.

José cuenta que su familia lo presionaba para que cambiara de actitud y admite que él provocaba conflictos familiares sin ser consciente de ello. Siente que no pudo estar junto a ellos de manera adecuada mientras tenía depresión y que su pareja asumío sus responsabilidades.

“Mis tres hijos lógicamente asumieron mi nueva situación, y mi esposa, como es lógico, con un total desconcierto. Ellos no sabían qué estaba pasando… no lo sabía ni yo. La convivencia familiar, que cada vez era más conflictiva, la crispación que uno generaba con sus comportamientos y con su forma de vida, de lo cual tú no eras consciente. Y bueno pues el carrusel de la vida que te va empujando y ¿Qué quieres que te diga? Pues fue muy serio, fue perder, podríamos decir por mi parte, perder la familia, aunque estaba a tu lado, no. Pero no saber que tienes ahí a gente que son tus hijos y es tu mujer. Es decir, te vuelves un apático automáticamente y no te das cuenta. No sigues el día a día, no te preocupas de cosas y claro. Esto lo ves ahora con tranquilidad y con visión retrospectiva ¿no?, pero indudablemente toda la responsabilidad en esos años recayó en mi pareja, es decir la responsabilidad de estar al tanto del desarrollo familiar y de la afectividad familiar. Pues esa era mi pareja, la que llevaba el control, yo ya estaba ajeno a todo eso. Es decir… yo vivía pues una forma ritual, como un reloj, que dabas horas y nada más.”

Los padres de Eva María se preocupan por su salud, la apoyan económicamente, la comprenden y la acompañan en sus tratamientos. La familia extensa también se preocupa por ella, aunque a veces siente que minimizan su condición de salud y lo vive como una forma de presión. Siente que la depresión ha sido un obstáculo para formar su propia familia.

“Pues a mí mi familia me ha apoyado mucho. Yo, cuando he estado tan mal, mis primos se han esforzado porque salga, me han llamado por teléfono. Si no he tenido ganas, igual ellos han tirado de mí: “-Porque tú te tienes que venir”. Hay veces que iba y otras que no. Pero ya eso me hacía reaccionar más. Y mi familia me ha ayudado, vamos. Si han tenido que ir conmigo al médico, mi madre de hecho ya…, al principio no, porque te he comentado que iba yo sola a Málaga pero después ella venía conmigo. Y en el día íbamos y veníamos en el autobús a Málaga las dos, iba al médico conmigo o a la psicóloga, volvíamos las dos ¡vamos! que yo doy muchas gracias por la familia que tengo, que son los que me han apoyado. Te digo sinceramente, yo no quiero cobrar 500 euros. Yo, me gustaría estar trabajando de maestra que me encantan los niños. Porque incluso tu familia, aunque te quiere ayudar, muchas veces te hace más daño que te ayudan, porque ellos te dicen “-¡Mira si eso no es nada, si eso tú puedes, si eso…!”. Eso hace que tú todavía te encuentres peor porque tú mismo te sientes culpable de no hacer el esfuerzo que ellos se creen que tú puedes. Pero es que no, en realidad es que no puedes hacerlo. Poder… da igual si hubiera conocido alguien, tener mi familia, pero de hecho yo conocí una persona y tampoco me pude plantear tener mi familia, por la enfermedad. Entonces, para mi esos son trabas que otras personas no las ven pero las vemos los que las tenemos.”

Pilar cuenta que tuvo apoyo familiar en los diferentes episodios de depresión que vivió a lo largo de su vida. A pesar de haber sido ayudada, también siente que ha sido tratada como una persona limitada por su problema de salud.

“Mi mamá, que es la que estaba siempre a mi lado, se había quedado viuda también y me echaba siempre un cable. Y claro, no un cable exactamente económico, sino… Bueno económico también porque llenaba el frigorífico ella porque yo no podía tampoco económicamente. Pero ella fue un poquillo la iniciadora de que yo pusiera una pequeña tienda de pan y leche, de ultramarinos. Me dio una fianza para… que era con una tranquilidad y la puse, y ahí empecé a trabajar. Pero bueno, también tuve, gracias a Dios, el apoyo de él, de mi marido que no era el padre pero me ayudó muchísimo, mucho, mucho. Y a mis hijos los ayudó bastante. Levantarlos para arriba gracias al apoyo entre todos y ver la alegría de los otros tres, que tampoco eran míos pero daban el cariño y todos pues, bien. Gracias a Dios, poquito a poquito con los tratamientos igual levantamos otra vez para arriba.”

Begoña tuvo problemas con sus hijos porque descargaba su malestar en ellos. Actualmente piensa que su familia se preocupa en exceso y está demasiado pendiente de ella. Por ese motivo, se genera estrategias para encontrar su espacio y momentos propios.

“Había momentos en el día pues, que tenía mucha tristeza dentro de mí y era todo lo contrapuesto, el día era noche, lo blanco negro, me sentía muy irritada, no sabía porque, lo pagaba con los hijos, con el perro con el que pudiera. Y yo no era así. Yo soy una persona muy alegre, muy comunicativa y yo me sentía muy mal. Me agarro un libro y me meto en el baño porque estando en el baño nadie me molesta. Si estoy en la cama: “-Mamá ¿qué te pasa?” mi marido, “-¿Oi chaparrita que estáis mala?” Porque como veo que están muy preocupados encima de mí, como que se preocupan demasiado. Si tardo con el perro: “-¿En dónde has estado, qué te ha pasado?” “-No me ha pasado nada, que he estado cotorreando con el vecino”, “¿Una hora?”, “-pues ya sabes que sí”. Y entonces les digo “-Me voy al baño ehh, me voy a bañar”, me cojo mi libro, media horita.”

María del Carmen siempre tuvo apoyo de su familia. Piensa que su enfermedad influye negativamente en la vida social de su hijo y le gustaría ayudar más a las personas de su familia pero no puede por la depresión.

“¿Y usted siente que recibe apoyo de su familia, de su marido y su hijo? Sí. Sí, claro. Porque es que, si no, vamos, si no sería horroroso. ¿Y con su marido cómo es la relación Carmen? Bueno, pues mi marido pues se arma de paciencia y de todo y oye, como es buena persona, pues aguanta. Aunque de vez en cuando, pues a lo mejor, se enfade, se desespere. Pues mi madre lloraba muchas veces, de verme así que… de ver que estaba mal. Una vez por la noche parece que me ahogaba, que me ahogaba y me llevaron a Calatayud, al médico. Tenía 14 años. Me mandó mis tranquilizantes y vitamina B. ¿Cómo ha influenciado en su vida de familia, en la más cercana, su marido, su hijo? Tiene hermanos usted ¿verdad? Sí. Pues como ahora mis hermanos están en Madrid viviendo y yo aquí, pues no tengo tanta convivencia. Pero a mi hijo yo creo, a mi hijo le influye muchísimo mi enfermedad y mis problemas. Le influye mucho. Yo lo veo. Y así es que… luego los padres también están pachuchos. Y familiares, a lo mejor, así que hay enfermos o que han operado. Y me siento moralmente un poco obligada a atenderlos un poquillo también. Y, claro, no llego, me veo ahogada, a veces me echo a llorar y eso porque quiero, pero no puedo. Entonces me siento mal… Y así es cómo los padres también están pachuchos. Y familiares, a lo mejor, que hay enfermos o que han operado. Y me siento moralmente un poco obligada a atenderlos un poquillo también. Y, claro, a veces me echo a llorar porque quiero, pero no puedo.”

Pilar siempre tuvo apoyo de su familia, sobre todo de su esposo. Pero también siente que ellos intentan estimularla para que se sienta mejor pero ella lo vive como una presión. Le gustaría estar más pendiente de su familia y atenderlos más pero su depresión se lo impide.

“A mí ahora me ha ayudado mucho también mi esposo, que es una persona muy serena y estos problemas, pues, no los tiene. No necesita hacer yoga ni quitarse los pensamientos de la cabeza ni esas cosas. Y él me ha ayudado mucho. Y sobre todo mi familia. El pensar que tenías que preparar la comida porque ellos venían a comer. Si hubiera estado sola, pues lo habría pasado peor. Pero bueno, por la tarde, o sea, estaba con mi marido, con mi hijo; ellos intentaban distraerme o salíamos. Me gusta mucho el cine. En fin, intentaba distraerme todo lo que podía. Pero, vamos, mal. Porque claro, había ratos que veías que todo el mundo tenía su actividad y tú pues estabas allí. Claro, todo el mundo me decía: “-No, no, es que tú ahora tienes que hacer cosas que te gusten. Pues ve al gimnasio, vete a la peluquería, vete a comprarte ropa”. Y no tienes ganas, más que de estar en la cama y de estar tranquilo y que te dejen en paz. Pero, bueno, en fin, todo se pasa. Quisieras hacerle más caso a tu hijo, a tu esposo, te aíslas, a tus padres. Cuando estás bien, pues yo soy una persona a la que enseguida se le ocurren cosas. Podíamos hacer esto, podíamos hacer lo otro.”

Cuando comenzaron a padecer depresión algunas personas, o bien se distanciaron de sus familiares, o bien comenzaron a tener conflictos con las personas que más estimaban. Situación que se fue modificando a medida que el tratamiento iba dando resultados positivos, además de contar con el acompañamiento comprensivo de sus familias.

Elisa Isabel siente que durante el tiempo que duró el episodio más grave ella misma se distanció de su familia. No obstante, ellos seguían conviviendo o manteniéndose en contacto.

“Estábamos viviendo una situación, tanto mi madre como mi marido, el que es la persona que peor lo pasó junto conmigo fue mi marido, que era el que él llegaba, se sentaba en el sofá y yo estaba dormida en el otro. Estábamos en el camping yo estaba dormida en la caravana y sí. él estaba en el bar, se iba a la playa, salía, entraba, su moto de agua. Él sí hacia vida normal y es muy extraño pero después de un año, cuando tú vuelves a la vida como yo digo, cuando vuelves, todo ha cambiado y te crees que tú te has quedado atrás porque la vida ha pasado. Hay muchas cosas de las personas que tienes a tú alrededor que no las reconoces y parece increíble pero es cierto ¡no reconoces! Yo no reconocí a mi pareja. Yo me di cuenta en ese momento que a mi pareja prácticamente no la conocía. Que él había cambiado muchísimo y que yo me había quedado en el pasado. ¿Y cómo afrontaste? Me costó muchísimo, me costó muchísimo porque tienes la autoestima por el suelo, te das cuenta de que… en ese momento piensas que nadie es nadie. Te has quedado atrás, nadie te necesita, han seguido sin ti. Te sientes muy mal. Y tus apoyos en realidad, entonces para todo el proceso ha sido básicamente pues tú familia. ¿no? Sí, mi familia y mi marido.”

También algunos testimonios muestran que intentaban no mostrar su estado anímico a sus familiares para no preocuparles, actitud que también significaba una carga para la persona con depresión.

Rafael trata de esconder la depresión a su familia y amigos para no preocuparlos. Siente que tanto su mujer como sus hijos lo acompañan y se muestra agradecido con ellos.

“El super esfuerzo que tengo que hacer que eso es e inimaginable. Sonreir siempre, yo creo que mi familia, mis cinco hijos, que son una maravilla… apenas saben nada porque yo intento siempre camuflarlo, siempre, yo creo que estoy peor y que yo cada vez estoy peor ¡Por eso, a veces voy al campo y grito y pego así un puñetazo! esto lo tiro yo, si quisiera lo tiraba ¿no? pero porque no quiero que mis hijos sufran, ni nadie de los que estén a mi alrededor. Estoy, en algunos momentos estoy… me sale la agresividad demasiado y esa es la otra pregunta que me hacía ¿Qué es lo que temo? Ni a nada ni a nadie. Excepto a mí porque ya me descontrolo y voy a por él. Me importa que tenga 2 metros la persona o 1 metro y medio. Que tenga una pistola en la mano, ¡me da igual! voy a por él. Eso no lo soporto, que nadie me… y en la vida cotidiana, pues bueno, mi hijo, no puedo ir nunca porque voy cada día a casa de una hija mía que tengo que llevar los nietos a la guardería, que tienen dos años pero ellos me lo notan en la cara, no puedo nunca, entonces tengo que estar jugando unas cuantas horas cuando los saco de la guardería, tengo que esperar que mi hija venga de las clases que ella es profesora y durante esas horas tengo que reírle a ellos, tengo que jugar, tengo que tirarme al suelo. Sin poder y en un momento, respiro hondo y digo ¡Dios mío! A ver cuando viene mi hija, ¡porque ya no puedo más sonreir! ya lo que quiero es volver mi situación ¿no? a mi situación de tristeza, que cuando quizás me siento mejor. Pienso mucho en mi mujer, una mujer que creo que lo único que… que es lo único que Dios me ha dado en la vida bueno. Y después, mi mujer lo que me ha dado: cinco hijos, de tu edad algunos… la mayor tiene 42 años, filóloga inglesa, está de profesora, otro es director de hotel y están… pero… me ha dado estas personas, mis hijos y bueno. Y sí lo único que pienso.”

La esposa de Teodoro se preocupa por informarse y ayudarle a tomar las decisiones sobre su tratamiento. A veces tienen conflictos porque él no se comunica ya que no desea hacerlo partícipes de sus problemas.

“Y entonces mi mujer sí, a mi mujer le gusta ya más eso y ya tiene pues la enciclopedia de medicina familiar y cuanto que tienes cualquier cosa, pues te hacen unos análisis y rápidamente ella ya va a mirar los valores y todo eso. Mi mujer sí, mi mujer digamos que es la que luego ya me aconseja y me dice esto o lo otro, vete o no vayas o esto. Evidentemente que algunas veces pues tengo discusiones con ella. Familiarmente pues yo comprendo que es que no hay un contacto oral pues como habitualmente debería haberle. Digamos que te autorretraes a ti mismo. A lo mejor, puede ser por eso que dije antes de no hacer partícipes, no hacer partícipes al resto de la familia de tus problemas. Pues sí pues a lo mejor, pues este que cuando yo tengo, tenía la depresión pues como… yo mismo de alguna manera me retraía de esa comunicación que debe haber entre padres e hijos. Pues posiblemente ellos también, no es que se distanciaran, también guardaban un margen de distancia. Entonces con mis hijos pues a lo mejor y con mi mujer, pues esta distancia pues la puede haber pues con el tema de la depresión. Digamos que pudiera haber una falta de confianza total, no de confianza en decir esto o lo otro, sino de comunicación, de comunicación de llegar sentarse en la mesa a hablar y a lo mejor pues se hace un poco la… cada uno va un poco a su bola. Como en la mesa estamos… yo suelo estar más callado que hablando. Entonces falta esa comunicación que dicen que es tan buena que… yo con la mujer pues casi, casi pues ya lo tengo todo juntado, ya lo tengo todo dicho…”

Durante cierto tiempo Manuel evitó contar sus problemas hasta que buscó la ayuda de su madre. En general, se sintió apoyado por su familia y dice que cada uno lo fue expresando a su manera.

“Se lo conté a mi familia por fin, porque es que no les había contado nada de esto hasta que no me quedó más remedio. El día que ya no aguanté más fue… llamé a mi padre, que era una cosa que no solía hacer, contándole lo que me pasaba, que estaba, pero es que no podía. La hermana es muy pequeña, no podía saber nada, mejor que no supiera, sabes. Y el hermano mayor me apoyó mucho, me dijo que, que bueno… Me dio algunos consejos, que tampoco era lo más adecuado. Pero sí que me apoyó, me apoyó mucho, además yo le llamaba de vez en cuando y me decía: -“He hablado con este psicólogo y dice que lo que tienes tú es muy grave, tienes que alejarte de él”. Él me apoyaba en alejarme de todo esto. Mi padre tardé más en contárselo porque sabía que se lo tomaría peor.”